Lejos de encontrar la calma, el conflicto en Siria sumó la violenta y veloz aparición de un viejo actor en el país: Israel.
“Este es un día histórico en Oriente Medio. No permitiremos que ninguna fuerza hostil se establezca en nuestra frontera”, afirmó Netanyahu, acompañado de su ministro de Defensa, Israel Katz, en una visita al punto de observación del Monte Bental, en el Golán sirio.
“El régimen de Al Assad era un eslabón central en el eje del mal de Irán: este régimen ha caído. Esto es resultado directo de los golpes que infligimos a Irán y Hezbollah, principales aliados del régimen de Asad. Esto creó una reacción en cadena en todo Oriente Medio, de todos aquellos que quieren ser liberados de este régimen opresor y tiránico”, afirmó el primer ministro israelí.
Según Netanyahu, el fin de la dinastía de los Assad en Siria “crea oportunidades nuevas e importantes para Israel, pero también riesgos”, ya que las fuerzas de la oposición que se han hecho con el poder son una amalgama de grupos islamistas y proturcos de difícil encaje diplomático con Israel. El líder israelí se refirió en torno al concepto de "nuevo este" tras el avance.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia aseguró que Bashar al Assad decidió "renunciar a la presidencia y abandonar el país, dando instrucciones para llevar a cabo una transferencia de poder de manera pacífica".
"Rusia no traiciona a sus amigos en situaciones difíciles. Esta es la diferencia entre Rusia y EE.UU.", manifestó Mijaíl Uliánov, representante permanente de Rusia ante las organizaciones internacionales en Viena.
Ante la caída de un régimen en decadencia, el cual desató celebraciones no sólo en Siria sino también en el resto del mundo ante la millonaria cifra de exiliados, la nación debe afrontar el desafío de la eventual gestión del grupo terrorista Hayat Tahrir al-Sham (HTS).
A pesar de concebir una eventual nueva Siria bajo un concepto de estado islámico, Jolani intentó sostenerse en las bases de respeto sectario y libertad de credo de antaño.
“Este nuevo triunfo, mis hermanos, marca un nuevo capítulo en la historia de la región, una historia llena de peligros (que convirtió) a Siria en un terreno de juego para las ambiciones iraníes, que difunden el sectarismo y fomentan la corrupción”, indicó Jolani, perteneciente a la mayoría suni que fue oprimida por la minoría chiíta siria, en consonancia con los ideales de Teherán.
El desenlace, si es que en el corto plazo lo hay, no pareciera ser demasiado claro, pero si se muestran indicios de que la nueva Damasco y Tel Aviv planean presionar con sus propias armas de cara a un eventual acuerdo que intentaría calmar las aguas en la región por unos meses.